La estatura no cuenta para ser profesional
Son casi las ocho de la mañana, Doris espera impaciente la llegada del bus
que la trasladará a la Universidad del Valle (Univalle), un escenario en el que
debe compartir su vida con personas muy distintas a ella. El bus se
estaciona; sus cortas piernas, de apenas unos 60 centímetros, le dificultan
subir las gradas, pero sus ganas de ser profesional la motivan a romper toda
barrera que se le presenta.
Doris es una joven muy especial que padece de enanismo, enfermedad que la
agobia desde que tiene ocho años, pero que hoy no le impide soñar y
convertirse, dentro de tres años, en una prestigiosa médico cirujana.
Así como Doris es Mayra, otra muchacha de pequeña estatura que
también quiere ser ingeniera industrial en alimentos. Ambas son personas
especiales que han encontrado en la Univalle, el sitio perfecto para hacer
realidad sus sueños.
El costo de ser bajita
Doris es una joven de 21 años, mide 1.10 metros y siempre viste un vestido
azul acorde a su estatura. Es difícil que pase desapercibida es la universidad.
Su baja estatura llama la atención de quienes aún no la conocen.
Ella cuenta que su vida ha estado plagada por humillaciones y faltas
de respeto por personas que todavía no comprenden lo complicado que es padecer
de enanismo.
Doris comenzó su andar por la vida en la primavera de 1990. Los primeros
cinco años vivió como una niña normal, con toda la dulzura que su tierna edad
demostraba en cada una de las caricias y afectos a sus padres. En ese entonces,
sus seres queridos no se fijaban en su estatura, aspecto importante que
marcaría el resto de su vida dentro y fuera de su hogar.
Asistía al kínder de manera regular y con mucha alegría de aprender algo
nuevo todos los días. Sus maestras siempre la caracterizaban como una niña muy
alegre y que vivía su niñez como ningún otro pequeño. Sin embargo, la situación
comenzó a cambiar cuando Doris entró a la primaria y se dio cuenta que su
tamaño la diferenciaba del resto de sus compañeros.
Ella se sentía distinta a los demás, pero a su corta edad todavía no
comprendía la enfermedad que tenía ni los problemas que ésta le traería en el
futuro.
Los años pasaban y las preguntas acerca de la diferencia de estatura
continuaban. Sus compañeros y amigos la molestaban y la aislaban de los juegos.
Al ver que la niña no crecía pese a ya tener ocho años, su madre (PONER EL NOMBRE DE LA MAMA DE DORIS) decidió
indagar la enfermedad que padecía su pequeña. Tras arduos exámenes descubrió
que Doris tenía enanismo o acondroplasia, una anomalía por la que una persona tiene
una talla considerablemente inferior al común de su especie.
Desde ese momento, dice Doris que tuvo que aceptar lo que era: una persona
con estatura baja, pero con ganas de seguir adelante y ser una gigante en la
vida.
"A mí no me importa lo material, lo único que quiero es que he podido
vencer al sistema, que por mucho tiempo me consideró anormal... Yo soy como
cualquier persona, lo único que me diferencia es el tamaño", dice Doris,
quien ya tiene 21 años y todas las energías para ser un profesional de éxito.
Médico para
ayudar
Así como Doris es Mayra, otra joven de 19 años que también padece de
enanismo, pero tiene las fuerzas que otros no tienen: voluntad de vivir y las
ansias de construir un futuro con igualdad.
Con una sonrisa y una mirada tierna, ella no tiene miedo en decir que mide
apenas 1.10 metros de estatura, tamaño que tampoco le impide subirse, todos los
días, a trufis y micros que la transporten desde su casa hasta la Univalle.
Su reto es convertirse en una ingeniera industrial de alimentos para ayudar
a todos que, como ella, deben enfrentar las burlas de quienes no entienden que
ser bajito no significa que sea diferente en pensamiento y en capacidad
intelectual .
Mayra cuenta que sus padres decidieron inscribirla en la universidad para
que el mundo no la rechace y demostrar a sus familiares, que alguna vez la
marginaron por su estatura, que querer es poder.
Indica que sus amigos, que también son personas con capacidades diferentes,
tienen miedo de estudiar por las burlas y rechazo de algunas personas.
El mensaje que pregona para todas aquellas personas que no se animan a
experimentar y ser “grandes” es “que salgan del nido y abran sus alas, para
poder vivir como lo que somos, personas con propósitos, metas y sueños. No
interesa las deficiencias ni los defectos, lo importante es que existimos
porque somos iguales ante Dios”.
Apoyo institucional
Para ambas, la Univalle es la institución que las ha acogido sin ningún
reparo, aunque confiesan que al inicio no fue fácil convivir con algunos
compañeros. Sin embargo con el tiempo, todo cambió.
Hoy tienen amigos con quienes estudian y comparten algunas travesuras
universitarias.
El jefe del departamento de Pedagogía de Univalle, Adath Larraín,
asegura que la casa superior de estudios tiene las puertas abiertas para
todos, sin distinción de clase ni dificultad, para recibirlos y formarlos para
que mañana sean prestigiosos profesionales.
Es así que a través de su gabinete de psicología brindan apoyo a todos los
alumnos con o sin capacidades especiales, porque para Univalle “todos son
iguales”.
Con esfuerzo y rompiendo toda barrera que se les presenta, Doris y Mayra ya
están casi en la mitad de la carrera y están seguras que, a pesar
de padecer enamismo, serán unas grandes profesionales.
NOTA DE APOYO
¿QUE ES LA ACONDROPLASIA?
La acondroplasia es una alteración ósea de origen cromosómico,
caracterizada porque todos los huesos largos están acortados simétricamente,
siendo normal la longitud de la columna vertebral, lo que provoca un
crecimiento disarmónico del cuerpo.
Es debida a un cambio en la información genética que recibe el factor receptor de crecimiento de fibroplastos, células que hacen que los huesos crezcan a lo largo. Esto produce una malformación en el desarrollo de los cartílagos, con una calcificación acelerada que impide el crecimiento normal de los huesos. Las personas con este problema tienen un torso de medida normal, las extremidades cortas y la cabeza ligeramente más grande, además de otras características fenotípicas más o menos regulares.
La acondroplasia aparece como una mutación espontánea, que tiene lugar por azar cada veinte mil nacimientos aproximadamente. Alrededor del noventa por ciento de los niños con este mal no tienen historia de ella en sus familias.
Hasta el momento, no existe ningún tratamiento farmacológico para la acondroplasia.
Es debida a un cambio en la información genética que recibe el factor receptor de crecimiento de fibroplastos, células que hacen que los huesos crezcan a lo largo. Esto produce una malformación en el desarrollo de los cartílagos, con una calcificación acelerada que impide el crecimiento normal de los huesos. Las personas con este problema tienen un torso de medida normal, las extremidades cortas y la cabeza ligeramente más grande, además de otras características fenotípicas más o menos regulares.
La acondroplasia aparece como una mutación espontánea, que tiene lugar por azar cada veinte mil nacimientos aproximadamente. Alrededor del noventa por ciento de los niños con este mal no tienen historia de ella en sus familias.
Hasta el momento, no existe ningún tratamiento farmacológico para la acondroplasia.
(www. PONER LA PAGINA WEB DE DONDE SE
EXTRAJO LA INFORMACION)
NOTA 11 (REPORTAJE)
De la calle Calama a Tiquipaya, de Tiquipaya al mundo
entero
No hay comentarios:
Publicar un comentario